¿Qué es la autoestima?
Autoestima
es ese sentimiento profundo que tienes acerca de lo que vales. Es cómo te
consideras a ti mismo. Es tu opinión sobre tus propios valores. Es lo que te
hace decir: <<Me gusta como soy>>, o <<me disgusta como
soy>>.
Tu
imagen propia es como una especie de autorretrato de ti mismo. Es como te
imaginas que eres. Es lo que piensas de ti mismo.
¿Y eso que importa?
La
razón de que el concepto que tienes de ti mismo sea importante se debe a que
probablemente hables, actúes y reacciones como la persona que crees ser.
Si
te crees feo, gordo, estúpido y torpe, seguramente actuarás de esa manera. Si
tu autoestima es baja, quizás pienses que eres un fracasado nato, un perdido,
sucio e imperdonable pecador. Es posible que sucumbas al hábito de
descalificarte para todo. He aquí algunas de las frases que una persona con
pobre autoestima suele usar:
<<Nunca
hago nada bien>>
<<
¿Por qué yo?>>
<<Nunca
sirvo para nada>>
<<Supongo
que Dios me ama, pero no puedo hacer nada por mi mismo>>
<<
¡Ah, sí tremendo tonto!>>
<<Echo
a perder todo lo que toco>>
<<Nunca
podrían usar a alguien como yo>>
¿Te
suena familiar este modo de hablar?
Pero
si tú sabes que le importas a Dios, que él te ha creado a su imagen y que
realmente se preocupa por lo que te suceda, entonces te podrás sentir bien contigo
mismo. Tu imagen propia comienza a elevarse cuando recuerdas que Dios te ama.
Errores comunes en torno al
concepto que tenemos de nosotros mismos
- Tener una idea demasiado elevada de nosotros mismos.
La vanidad nos hace pensar que debemos ser como Dios. Queremos escoger los mandamientos que vamos a obedecer. Queremos escoger los medios –para conseguir nuestros objetivos- en lugar de lo que Dios quiere que hagamos. Este tipo de orgullo es un absurdo. Fue el que causó que Adán y Eva se rebelaran contra Dios.
- Considerarnos muy poca cosa.
Pero una vez que hayas sido personado, todo pasó y se olvidó. No sigas empeñado en sufrir por lo que sucedió. A veces la persona a quien heriste no quiere <<perdonar y olvidar>>. Tú solo puedes pedírselo. Aún si esa persona prefiere seguir molesta, tú debes saber que has hecho todo lo posible por evitarlo. Dios también lo sabe.
- Rebajarse a sí mismo.
- ¡Pobre, pobre, pobre de mí!
Otras
personas confunden la verdadera humildad con la pena que sienten de sí mismos.
<< ¡No puedo hacer nada bien!>> Piensan que así son humildes, cuando
en realidad su autocompasión es sólo un sentimiento de orgullo puesto al revés.
A otros les cuesta trabajo aceptar un elogio. Dicen: <<Ah, no fue
nada>>; o >> ¡apuesto a que no puedo hacerlo de nuevo ni en un
millón de años!>> Cuando alguien dice algo agradable de ti lo único que
necesitas responder es <<gracias>>. Eso es todo.
Naturalmente,
como cristiano tú sabes que es Cristo en ti el que hace el trabajo (Colosenses
1.27).
- Los quejosos y los alardosos.
Los
quejosos se pasan el tiempo anunciando sus errores. << ¿Me equivoqué?,
¿Lo hice todo bien?>>, <<Pienso que eché a perder aquello>>.
De cierta manera, los inconformes están buscando a alguien que levante su propia autoestima personal. Lo que realmente buscan es que los elogien y adulen, pero su imagen de sí mismo es tan pobre que temen solicitar una opinión honesta. De pasada, hacen comentarios negativos, con la esperanza de que alguien los corrija. Por lo general, nadie lo hace.
Los alardosos son lo opuestos. Se pasan todo el tiempo diciendo lo importantes que son, siempre tienen la razón, por lo menos en su propia mente. Son prepotentes, y a veces escandalosos, mal educados y rudos.
Curiosamente, tanto los quejosos como los alardosos sufren de pobre autoestima.
Constantemente están tratando de atraer la atención. Lo que realmente dicen es: << ¡Auxilio, necesito que me atiendan. Por favor, fíjense en mí!>>
Gente con buena autoimagen sienten un sano respeto por Dios y por sí mismos.
No tienen que lamentarse, ni necesitan jactarse. Se las arreglan sin trucos ni mañas. Saben quiénes son en Cristo, así pueden darse el lujo de ser modestos. Su autoestima no depende de si ganan o no algo a los ojos del mundo. Su visión de sí mismos se basan en la fuente de todo éxito duradero, en Jesucristo.
De cierta manera, los inconformes están buscando a alguien que levante su propia autoestima personal. Lo que realmente buscan es que los elogien y adulen, pero su imagen de sí mismo es tan pobre que temen solicitar una opinión honesta. De pasada, hacen comentarios negativos, con la esperanza de que alguien los corrija. Por lo general, nadie lo hace.
Los alardosos son lo opuestos. Se pasan todo el tiempo diciendo lo importantes que son, siempre tienen la razón, por lo menos en su propia mente. Son prepotentes, y a veces escandalosos, mal educados y rudos.
Curiosamente, tanto los quejosos como los alardosos sufren de pobre autoestima.
Constantemente están tratando de atraer la atención. Lo que realmente dicen es: << ¡Auxilio, necesito que me atiendan. Por favor, fíjense en mí!>>
Gente con buena autoimagen sienten un sano respeto por Dios y por sí mismos.
No tienen que lamentarse, ni necesitan jactarse. Se las arreglan sin trucos ni mañas. Saben quiénes son en Cristo, así pueden darse el lujo de ser modestos. Su autoestima no depende de si ganan o no algo a los ojos del mundo. Su visión de sí mismos se basan en la fuente de todo éxito duradero, en Jesucristo.
Claves para mejorar la opinión
de sí mismo
Mejorar
tu imagen puede tomarte algún tiempo y algún trabajo, pero con la ayuda de Dios
puedes lograrlo. Estas son algunas sugerencias que te ayudarán:
Recuerda, Dios te ama y te acepta, sin condiciones.
Aférrate al perdón de Dios.
Primero que todo, busca y recibe el perdón de Dios.
Recuerda, Dios te ama y te acepta, sin condiciones.
Aférrate al perdón de Dios.
Primero que todo, busca y recibe el perdón de Dios.
Segundo, busca ser perdonado por aquellos a
quienes has herido.
Tercero, perdónate a ti mismo. Esto es más
difícil de lo que te imaginas. Pero recuerda que Dios te ha perdonado.
Cuarto, debes extender el perdón a todos
los que te han herido.
Encuentra un amigo en quien puedas confiar.
Encuentra un amigo en quien puedas confiar.
Lee
relatos sobre personalidades como Abraham Lincoln, D.L. Moody, Billy Graham y
otros. Aprende de ellos.
Sonríe. Esto no sólo mejora tu estima personal, sino que te hace más interesante ante los demás.
Cuida tu apariencia.
No le creas al diablo. Recuerda, ¡EL DIABLO ES UN MENTIROSO! Dile que se aparte de ti.
Sonríe. Esto no sólo mejora tu estima personal, sino que te hace más interesante ante los demás.
Cuida tu apariencia.
No le creas al diablo. Recuerda, ¡EL DIABLO ES UN MENTIROSO! Dile que se aparte de ti.
Anímate y no te sientas mal contigo mismo. Dios está contigo.El apóstol Pablo nos dice:Deja que el Espíritu cambie tu manera de pensar y haga de ti una persona nueva (Efesios 4.23, 24).
0 comentarios: