¿Existen de veras los demonios?

Sí desafortunadamente, los demonios son reales. En la Biblia, frecuentemente los demonios presentan batalla a Jesús. Dondequiera que él encontró actividad de demonios los echó fuera. Liberó al individuo endemoniado de sus sufrimientos.

¿Qué es un demonio?

Un demonio es un ángel caído. Cuando el ángel Lucifer (conocido ahora como Satán) se rebeló contra Dios, un grupo de ángeles lo siguió. Nadie se rebela contra Dios y se sale con la suya... ni aún un ángel.

¿Qué hacen los demonios?

Así como los ángeles sirven a Dios, los demonios llevan a cabo mucho del trabajo sucio de Satán. En el Nuevo Testamento siempre aparecen como hostiles a los seres humanos. Son capaces de causar enfermedades (Mateo 4.24; 12.22; 15.22; Lucas 4.35), y trastornos mentales (Marcos 5.2-20; Lucas 8.27-39).

Así se trata a un demonio

Pelear con un demonio no es juego. Sobre esto hay algunas cosas que no deben olvidarse.
  • Los demonios son poderosos. ¡pero Jesús es más poderoso!
  • Ser cuidadoso. Debes asegurarte de que estás tratando  con un demonio antes de intentar echarlo fuera. Quizás el culpable real sea algún problema físico, emocional o espiritual, pero a algunos les gusta culpar a los demonios por cosas de las que ellos mismos tienen la culpa.
  • Pide ayuda, si es posible. Tratar con un demonio nunca debe hacerse a la ligera. En la mayoría de los casos, cuando una persona es liberada, se debe a que un grupo de cristianos ha estado orando por ella en el nombre de Jesús.
  • Asegúrate de que estás en buenas relaciones con Dios. Ocúpate de esto antes de tratar de ayudar a alguien a liberarse de la influencia de un demonio. Los demonios pelean sucio. Si hay algún pecado no confesado en tu vida, o cualquier área de tu vida que no esté bajo control del Espíritu Santo, el demonio atacará precisamente allí donde está tu debilidad. Un ejemplo de esto puedes encontrarlo en Hechos 19.13-16.
  • No te pongas a cazar demonios. Esto es una guerra, y debes estar alerta contra los demonios, pero no vayas a buscarlos donde no existen. Sólo prepárate para presentar la batalla al enemigo si ataca, y cuando ataque.
  • Fija tus ojos en Jesús. En lugar de preocuparse por los demonios, préstale atención a Jesucristo. Asegúrate de que su Espíritu te llena todos los días.

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